En las faldas del Castro de la Ventosa, asentado en la antigua Bergidum Flavium, ciudad prerromana que da nombre a El Bierzo, se encuentra BODEGAS PEIQUE. La familia Peique decidió, en 1999, que era el momento para dar a conocer su proyecto y la tercera generación de la familia: Jorge, Mar y Luis, se pusieron manos a la obra y desde entonces han peleado por introducir sus vinos en mercados internacionales.
Cuenta Jorge, el enólogo de BODEGAS PEIQUE, que tanto esfuerzo se ve recompensado cuando en la mesa de al lado del restaurante encuentras una botella que lleva el nombre de tu familia.
Qué gusto da ver que alguien disfruta de tantas horas de trabajo. Así es que hay que seguir aprendiendo, ofrecer unos vinos suaves, fáciles de beber y dejar que cada año el mercado les someta a examen. Vinos que nacen de fincas pequeñas, del trabajo a mano, de viñedo de más de 60 años asentado en laderas de suelos arenosos y arcillosos.
Y en el proyecto de BODEGAS PEIQUE todos tienen algo que decir, desde los abuelos, que siguen de cerca el proceso, hasta las nietas, que vienen durante la vendimia. Porque una cosa va ligada a la otra.






