Doña Rocío pisa fuerte, es una mujer con carácter que desde pequeña vio como su madre, Obdulia, al quedarse viuda, luchó por poner en pie el proyecto que había iniciado su marido: una bodega granelista.
Hoy, pese a su veteranía, Doña Rocío sigue involucrada en el proyecto al que le dio forma cuando tras la creación del Consejo Regulador del Bierzo, en el año 2000, se planteó dedicar la mejor parte de la materia prima a Bodegas Adriá y así elaborar vinos para guarda, vinos de calidad que sean una muestra de la tierra donde se elaboren y que viajen por todo el mundo.
La vitalidad de Doña Rocío, hoy puede verse en sus tres hijas. Margarita es la hermana más ligada a la bodega pero todos están implicadas. En las juntas de accionistas de Bodegas Adriá, bajo el merendero, puedes ver a Doña Rocío, preguntando a Adelino, el gerente, por el estado de la uva mientras su marido, Don Manuel, charla con los enólogos, Rubén y Javier, que se ocupan del cuidado de las 40 hectáreas que trabajan. Mientras Fran, el responsable comercial, explica como poco a poco Bodegas Adriá gana terreno, obtiene buenas puntuaciones y labra un futuro relacionado con calidad, fiel a la idea por la que tanto trabajó Doña Rocío.




